domingo, 11 de diciembre de 2016

52 años de la muerte de Sam Cooke.


Si ayer recordaba la figura de Otis Redding, hoy la de Sam Cooke que también murió muy joven, con 33 años, y sinceramente me cuesta un mundo elegir entre ambos, así que los quiero a los dos por igual. En su caso no fue un accidente, sino que murió acribillado a balazos. La historia que más se ajusta a la realidad, desde mi punto de vista, describe así el suceso:
"Se sabe que Sam Cooke acudió la noche citada al Hacienda Motel, en Los Ángeles, en compañía de Elisa Boyer, una joven de 21 años que acababa de conocer en un club (aunque se rumorea que ya la conocía de antes). Había estado actuando en la ciudad y se había ido a festejarlo después. Se registraron como Mr. y Mrs. Cooke. Según la versión alternativa, la chica habría escapado un tiempo después con unos 5000 dólares que llevaba encima el cantante y, para evitar que la siguiera, su ropa. No obstante, Sam Cooke habría salido tras ella vestido con un zapato y la chaqueta hasta recepción, donde Bertha Franklin, la dueña, le disparó sin consideraciones previas tres veces con una 22 milímetros aterrada por ver en plena noche que un negro desnudo de 1’78 metros se le acercarse corriendo". Recordemos que es el año 1964 en Estados Unidos, y la situación de la gente de color era todavía muy precaria en casos como este.
Lo más gracioso es que cuando pones Sam Cooke fotos en google, salen chicas de muy buen ver en paños menores...


Musicalmente Sam era una bestia del soul, rhythm and blues, gospel y el pop, compositor e incluso empresario (fundó SAR Records). Su evolución fue increíble, de hecho es uno de esos artistas cuya trayectoria siempre fue ascendente, y nunca sabremos a qué podría haber llegado por desgracia. 
Otro tema que le preocupaba enormemente, era la discriminación y el racismo que le rodeaba en su país, Estados Unidos, a principios de los años 60, y eso que él era una estrella que había conquistado a la audiencia blanca con su elegante soul, pero sufría en sus propias carnes sucesos como el de Louisiana en octubre de 1963, cuando iba con su familia a hospedarse a un hotel donde había reservado y le dijeron que no había habitaciones disponibles (para negros claro), cosa que puso muy enfadado a Cooke, que acabó siendo detenido. Es por esto, e influenciado por temas como Blowin in the wind de Bob Dylan, que Cooke cantó contra la discriminación racial y reflejando experiencias personales, componiendo A Change is gonna come, un himno absoluto, que se incluyó en 1964 en el último álbum en vida del artista, Ain't that good news.


Os dejo con este himno absoluto del gran e inolvidable Sam Cooke.

2 comentarios:

  1. Esta gente se murió demasiado joven. Qué pena. Todo lo que nos hemos perdido. En fin...

    Un abrazo!

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    1. Evánder: Excesivamente jóvenes, perdimos tanto con su pérdida, que nos dejaron pobres.

      Abrazos.

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